martes, 24 de marzo de 2009

San Virila iba por el camino de la aldea

San Virila iba por el camino de la aldea a pedir pan para los pobres. La mañana era gris, soplaba el viento y hacía mucho frío.

Burlón, un incrédulo le dijo:

-Estoy helado. ¿Por qué no haces que salga el sol únicamente para mí?

Respondió el frailecito:

-El sol saldrá cuando deba salir.

En eso se oyó que alguien lloraba. Era una niña que se afligía porque su gatito había trepado a un árbol y no podía bajar. Traerlo era imposible: el minino se hallaba en una rama muy alta y muy delgada. San Virila se afligió junto con la pequeña. En eso se abrió una nube, y un rayito de sol bajó del cielo. Por él, como por una cuerda, subió el santo y trajo al gatito sano y salvo. Sonriendo le dijo al incrédulo, que lo miraba estupefacto:

-No necesitas pedir un milagro para que suceda.

¡Hasta mañana!...

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