lunes, 23 de marzo de 2009

“El Gran Arquitecto del Universo”

Me gusta la expresión que los masones usan para nombrar a Dios: lo llaman “El Gran Arquitecto del Universo”. Todas las cosas, en efecto, parecen estar sujetas a una sabia arquitectura que les da orden y belleza. La arquitectura, dijo Schelling, es música congelada. En la naturaleza hay una especie de armonía musical que se advierte en la sucesión de los días y las noches, de las estaciones del año, de la vida y de la muerte.

La primavera es el allegro de la armoniosa sinfonía. Esas voces de amor que son las flores; la verde nota de la hierba y de los nuevos brotes en el árbol; el restallido de la eterna vida que late en los seres y las cosas, todo es parte de aquella música de las esferas que intuyó el filósofo.

He abierto la ventana de mi estudio, y entra por ella la música del mundo, hecha de sol, de brisa, de mañana azul. En medio del sonido y la furia de lo humano, entre las ruinas que causa la maldad del hombre, las armonías puestas en el universo por aquel Gran Arquitecto nos hablan de un ordenado curso que todo lo lleva —y que nos lleva a todos— a cumplir nuestra vocación final: el bien.

¡Hasta mañana!...

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