Últimamente Diosito no se ha portado bien: se le ha olvidado convertirse en lluvia.
En el Potrero los seres y las cosas se entristecen bajo un cielo que no recuerda ya las nubes; el polvo se levanta de la tierra igual que una oración que nadie escucha. Hace unos días sacamos la imagen de San Isidro Labrador y la llevamos por el camino hasta la cuesta. El santo volvió a su capilla fatigado, como nosotros, y con la misma pesadumbre.
Si esta sequía sigue, dicen todos, se va a acabar el mundo. Para esta buena gente su pequeño mundo es todo el mundo. Sus límites son la sierra del Coahuilón y el picacho de Las Ánimas. Y en ese mundo no ha llovido desde hace varios meses. Eso quiere decir que en todo el mundo no ha llovido.
Lloverá. No sé cuándo, pero lloverá. Dios no olvida a sus hijos. Verá nuestra tristeza y nos dará consuelo, y ese consuelo vendrá hecho de lluvia. Diosito hará que San Isidro ponga el agua y quite el sol, y todas las criaturas volverán a vivir, y el Potrero será otra vez una sonrisa verde.
¡Hasta mañana!...
En el Potrero los seres y las cosas se entristecen bajo un cielo que no recuerda ya las nubes; el polvo se levanta de la tierra igual que una oración que nadie escucha. Hace unos días sacamos la imagen de San Isidro Labrador y la llevamos por el camino hasta la cuesta. El santo volvió a su capilla fatigado, como nosotros, y con la misma pesadumbre.
Si esta sequía sigue, dicen todos, se va a acabar el mundo. Para esta buena gente su pequeño mundo es todo el mundo. Sus límites son la sierra del Coahuilón y el picacho de Las Ánimas. Y en ese mundo no ha llovido desde hace varios meses. Eso quiere decir que en todo el mundo no ha llovido.
Lloverá. No sé cuándo, pero lloverá. Dios no olvida a sus hijos. Verá nuestra tristeza y nos dará consuelo, y ese consuelo vendrá hecho de lluvia. Diosito hará que San Isidro ponga el agua y quite el sol, y todas las criaturas volverán a vivir, y el Potrero será otra vez una sonrisa verde.
¡Hasta mañana!...
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