Llegaron sin anunciarse y me dijeron:
-Somos las nuevas rencillas.
Yo me puse nervioso. Las rencillas, de cualquier clase que sean, me sobresaltan siempre. Por eso nada dije.
-Siempre se habla de las viejas rencillas —continuaron ellas—. “Fulano mató a Mengano por viejas rencillas”; “Entre las dos mujeres había viejas rencillas”, etcétera. Nadie habla nunca de nosotras. Y sin embargo la gente también se mata por nuevas rencillas, y es muy frecuente que rencillas nuevas surjan entre dos mujeres.
Les pregunté en qué podía yo servirlas. Me contestaron:
-Somos las nuevas rencillas.
Yo me puse nervioso. Las rencillas, de cualquier clase que sean, me sobresaltan siempre. Por eso nada dije.
-Siempre se habla de las viejas rencillas —continuaron ellas—. “Fulano mató a Mengano por viejas rencillas”; “Entre las dos mujeres había viejas rencillas”, etcétera. Nadie habla nunca de nosotras. Y sin embargo la gente también se mata por nuevas rencillas, y es muy frecuente que rencillas nuevas surjan entre dos mujeres.
Les pregunté en qué podía yo servirlas. Me contestaron:
-Informe a sus lectores que existimos. Si no lo hace, habrá entre usted y nosotras nuevas rencillas.
Dejé pasar el tiempo sin cumplir la petición. Seguramente las rencillas nuevas son ahora viejas rencillas.
¡Hasta mañana!...
No hay comentarios:
Publicar un comentario