miércoles, 18 de marzo de 2009

¿Me sueñas, Terry, a veces, como te sueño yo?

¿Me sueñas, Terry, a veces, como te sueño yo?

Apareces de pronto, perro mío, en ese extraño territorio que los sueños son, y te miro como eras, alegre igual que el día, llenando la mañana con tus ladridos jubilosos.

Si tú me sueñas, di: ¿cómo me sueñas? Quisiera que me soñaras como en los sueños de la fe yo sueño a Dios: un amoroso padre que cuida a sus criaturas y quiere el bien para ellas.

Ningún amo está a la altura de su perro (ni siquiera si su perro es chihuahueño). Ustedes los perros, Terry, son siempre mejores que los hombres. No conocen el mal; nosotros lo sabemos de memoria. A pesar de eso tú me amaste con amor de perro, sin condiciones ni egoísmos. La próxima vez que te sueñe, Terry, te daré gracias por haber sido perro; por haber sido mi perro. Ahora que eres de Dios recomiéndame con Él. La tuya será una buena recomendación.

¡Hasta mañana!...

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