jueves, 19 de marzo de 2009

Adivina, adivinador

Presente lo tengo Yo

He aquí una linda adivinanza. ¿La podremos adivinar?

Escuchen qué cosa y cosa
tan maravillosa es ésta.
Un marido sin mujer,
y una casada doncella.
Un padre que no ha engendrado
a un hijo a quien otro engendra.
Un hijo mayor que el padre.
Un casado con pureza.      
Un hombre que da alimentos
al mismo que lo alimenta;
cría al que lo crió, y al mismo
que lo sustenta, sustenta.
Manda a quien es su señor,
y en cambio a su hijo respeta.
Tiene por dueña una esclava,
y su esposa es una reina.
Celos tuvo, mas confianza;
seguridad y sospecha;
riesgos y seguridades;
necesidad y riqueza.
Decidme: ¿qué cosa y cosa
tan maravillosa es ésta?

¡Qué difícil adivinanza! Su autora es nada menos que Sor Juana Inés de la Cruz. La incluyó en sus “Romances”, y es en verdad una ingeniosa cábala. Veamos. ¿Cómo puede haber un marido sin mujer? ¿Cómo puede una mujer ser casada y al mismo tiempo doncella, es decir virgen? ¿Qué padre es ése que no ha engendrado a su hijo, el cual ha sido —¡qué misterio!—engendrado por otro padre? ¿Cómo puede un hijo ser mayor que su padre, y cómo puede guardar la pureza —es decir la viriginidad varonil— un hombre que se ha casado? ¿Quién es ése que da pan a quien le da el pan, que cría al que lo creó y que sustenta a aquel que es su sustento? ¿Cómo puede un hombre mandar a su señor y obedecer a su hijo? ¿Su dueña es una esclava, cuando su mujer es una reina? ¿Celos tuvo, y también confianza? ¿Recelaba, y a la vez tenía certidumbre? ¿Era al mismo tiempo rico y pobre?

Ya habrás adivinado la respuesta. Sor Juana nos está hablando de San José. Fue él esposo de María, pero sin que ella fuera su mujer. José era padre de Jesús, pero no lo engendró. El Hijo de Dios era mayor que su padre terrenal, pero lo obedecía. José tenía autoridad de padre sobre Jesús, pero lo veneraba como a su Salvador. De José recibía Jesús el pan terreno; de Jesús recibía José el pan sobrenatural. La esposa de José, es decir su dueña, era esclava del Señor, y al mismo tiempo Reina del Cielo. En un principio José sospechó de la pureza de María, pero luego creyó en ella. Siendo pobre carpintero tuvo en su casa la mayor riqueza: la presencia de Dios y de su Madre.

Hermosa adivinanza es ésta de Sor Juana, y muy propia para decirla en este día.

Felicidades a todos los Pepes, y reciban como regalo mío —sencillo pero lleno de afecto— esa bella joyita de la Décima Musa.

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