Presente lo tengo Yo
He aquí una linda adivinanza. ¿La podremos adivinar?
Escuchen qué cosa y cosa
tan maravillosa es ésta.
Un marido sin mujer,
y una casada doncella.
Un padre que no ha engendrado
a un hijo a quien otro engendra.
Un hijo mayor que el padre.
Un casado con pureza.
Un hombre que da alimentos
al mismo que lo alimenta;
cría al que lo crió, y al mismo
que lo sustenta, sustenta.
Manda a quien es su señor,
y en cambio a su hijo respeta.
Tiene por dueña una esclava,
y su esposa es una reina.
Celos tuvo, mas confianza;
seguridad y sospecha;
riesgos y seguridades;
necesidad y riqueza.
Decidme: ¿qué cosa y cosa
tan maravillosa es ésta?
¡Qué
difícil adivinanza! Su autora es nada menos que Sor Juana Inés de la
Cruz. La incluyó en sus “Romances”, y es en verdad una ingeniosa cábala.
Veamos. ¿Cómo puede haber un marido sin mujer? ¿Cómo puede una mujer
ser casada y al mismo tiempo doncella, es decir virgen? ¿Qué padre es
ése que no ha engendrado a su hijo, el cual ha sido —¡qué misterio!—engendrado
por otro padre? ¿Cómo puede un hijo ser mayor que su padre, y cómo
puede guardar la pureza —es decir la viriginidad varonil— un hombre que
se ha casado? ¿Quién es ése que da pan a quien le da el pan, que cría al
que lo creó y que sustenta a aquel que es su sustento? ¿Cómo puede un
hombre mandar a su señor y obedecer a su hijo? ¿Su dueña es una esclava,
cuando su mujer es una reina? ¿Celos tuvo, y también confianza?
¿Recelaba, y a la vez tenía certidumbre? ¿Era al mismo tiempo rico y
pobre?
Ya habrás adivinado la respuesta. Sor Juana nos está
hablando de San José. Fue él esposo de María, pero sin que ella fuera su
mujer. José era padre de Jesús, pero no lo engendró. El Hijo de Dios
era mayor que su padre terrenal, pero lo obedecía. José tenía autoridad
de padre sobre Jesús, pero lo veneraba como a su Salvador. De José
recibía Jesús el pan terreno; de Jesús recibía José el pan sobrenatural.
La esposa de José, es decir su dueña, era esclava del Señor, y al mismo
tiempo Reina del Cielo. En un principio José sospechó de la pureza de
María, pero luego creyó en ella. Siendo pobre carpintero tuvo en su casa
la mayor riqueza: la presencia de Dios y de su Madre.
Hermosa
adivinanza es ésta de Sor Juana, y muy propia para decirla en este día.
Felicidades a todos los Pepes, y reciban como regalo mío —sencillo pero
lleno de afecto— esa bella joyita de la Décima Musa.
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