Don Abundio relata historias reales que parecen inventadas, y dice descomunales mentiras que presenta como verdad irrecusable.
Cuenta de un compadre suyo a quien cierto día visitó. Al llegar a la puerta de la casa escuchó adentro voces destempladas. Era su compadre, que gritaba: “¡Vieja desgraciada! ¡Ya me tienes harto, zorra! ¡Me voy! ¡Me voy de esta casa para siempre!”.
Temeroso de algún desaguisado llamó a la puerta apresuradamente. Le abrió el dueño de la casa. Se veía tranquilo. Cauteloso, le dijo don Abundio:
-Oí gritos, compadre.
-Sí –respondió el tipo-. Mi señora salió, y estoy ensayando por si alguna vez me atrevo.
Narra esa historia don Abundio, y la remata:
-Yo ni a ensayar me atrevo.
¡Hasta mañana!...
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