De tres terribles males me ha librado Dios.
De la peste bubónica.
De la hidrofobia.
Y de ser un intelectual orgánico.
Un
intelectual orgánico es alguien que vive en su torre de marfil y se las
arregla para que alguien pague la renta. Es alguien que dice que Fulano
y Mengano son intelectuales a cambio de que Mengano y Fulano digan que
él es intelectual.
El hecho de no ser intelectual orgánico me
libra de cometer pecados como el de la solemnidad, y me permite
disfrutar los goces de la gente común.
Por ejemplo, hoy le voy a regalar una rosa roja a mi mujer. Un intelectual orgánico no podría hacer eso.
Infinitas gracias doy al Cielo por no ser intelectual orgánico. Es justo y necesario.
¡Hasta mañana!...
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