Una sola justificación hay para el tener: el dar.
La verdad es
que nadie puede explicar lo que tiene, lo mismo si lo recibió por don de
la fortuna que si lo ganó con su trabajo. Tener algo, cualquier cosa,
es un milagro, pues no todos lo tienen, aunque trabajen más que quien
posee. Así las cosas, quien no es capaz de dar no merece haber recibido.
Alberto
Santos de Hoyos dio mucho a los demás. Acudió en ayuda de los niños
necesitados de cuidado; de las mujeres y hombres que sufrían injusta
pena de prisión. Defendió su propio derecho y el derecho de los demás.
Su fuerza estuvo en que protegió a los débiles.
Vivió vida buena, y buena muerte murió.
Habré de recordarlo como se recuerda a un buen amigo. A un amigo bueno.
¡Hasta mañana!...
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