domingo, 3 de febrero de 2013

Tres historias de amor. De amor diverso.

Presente lo tengo Yo

-I-
La historia que voy a contar hoy es como la vida misma. Cursi.

Ella tenía 16 años cuando lo conoció. Se enamoró de él, naturalmente, porque él era él y porque ella tenía 16 años. Se hicieron novios. Cuando en la iglesia ella oía hablar del Cielo y del Paraíso Terrenal entendía muy bien de qué se estaba hablando, porque ella estaba enamorada. Es decir, estaba en el Cielo y en el Paraíso Terrenal.

Pasó un año. Y dos y tres. Se casarían cuando él terminara su carrera. La terminó, pero se fue al extranjero a hacer la especialización. Las amigas de ella comenzaron a casarse, una primero, luego la otra. Ella era dama de todas, o madrina. Las veía radiantes, y se preguntaba cómo iría a verse ella cuando se casara.

No se casó jamás. Él regresó y se fue a trabajar a otra ciudad. Al principio le escribía una vez a la semana. Luego una vez al mes. Después pasaron meses sin que supiera de él. La última vez que le escribió fue para decirle que hacía poco tiempo había conocido a una muchacha maravillosa, que se había enamorado de ella y que se iban a casar. Que lo perdonara, pero que en el corazón no manda uno.

Tampoco ella mandó en su corazón. Es explicable, por eso, que ahora lo sienta vacío. Ni siquiera lleno de odio o de rencor. Vacío. Igual que sus días, uno igual a otro. El largo calendario de la soledad.

Se le quebró la vida para siempre. No se ha preocupado por recoger los pedazos. Y a veces, a veces, cuando por las noches piensa en eso, no puede recordar cómo era el rostro de aquél que una vez fue para ella el Cielo, el Paraíso Terrenal.

-II-

Lili es uno de esos ángeles a los que la gente llama niños Down.

Lili ríe feliz cuando llegas al rancho, y llora cuando te vas. No necesita de palabras: con su sonrisa y su llanto te dice que te quiere.

Lili te da de pronto un beso porque sí, que es la mejor razón para besar.

Lili sabe jugar a la lotería: el árbol, la rosa, el sol, la garza… Se pone feliz cuando ella gana, pero más feliz se pone cuando ganas tú.

Mi esposa le lleva hilazas de colores.

—Borda dos servilletas —le pide—, una para ti y otra para mí.

—¿Cuál vas a hacer primero? —le pregunta su mamá.

—La mía —contesta Lili sin dudar.

—No seas grosera —la regaña la mamá—. Haz primero la de la señora.

—La mía primero —insiste Lili—. Así ensayo, y luego la de la señora me va a salir mejor.

Lili es una niña Down. Es decir, un ángel que sabe amar con el más puro amor.

-III-

Ana se llama. Era bonita cuando joven, y fue muy pretendida, pero ni siquiera volvió la vista al paso del amor: faltó su madre siendo ella muy pequeña, y tuvo que cuidar a su papá.

Se casaron sus dos hermanos, y se fueron. Ella siguió al lado de su padre. Cuando la visitaban sus sobrinos sentía ternuras maternales. Tejía ropita para bebés, tejía siempre, y hacía adornos para la cuna de los recién nacidos.

La vida se fue yendo poco a poco. Murió su padre; la casa se le hizo enorme de repente, pero no la dejó: eso hubiera sido morir un poco ella también. Con mansa serenidad pasa los días ahora. Ninguna queja tiene. Recuerda mucho, y a veces, sin darse cuenta llora... A veces...

Tiene que haber un Cielo, ese Cielo que el padre Ripalda prometió a quienes hacen todo bien y ningún mal. Tiene que haber un Cielo para Ana. De otro modo la bondad de Dios sería menor que la bondad de Ana.

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