Aquella mañana el Creador estaba más atareado que de costumbre.
Parecía que iba a hacer su obra maestra.
Llegó el Espíritu y le preguntó:
—¿Qué haces?
Sin dejar de trabajar respondió el Padre:
—Estoy haciendo al salvador del mundo.
El Espíritu se sorprendió. Le dijo:
—¿Ya estás haciendo a tu Hijo?
Y contestó el Creador:
—No. Estoy haciendo al árbol.
¡Hasta mañana!...
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