De politica y cosas peores
Pirulina, muchacha pizpireta, fue a confesarse con el Padre Arsilio. Le
dijo que había tenido tratos de fornicio con Pedro, Juan y varios. El
sacerdote la reprendió, severo: “Hija mía: ¿sabes lo que te vas a ganar
por hacer eso?”. Replicó Pirulina con naturalidad: “No cobro,
padrecito”…
El buen Jesús y San Pedro bajaron a la Tierra, pues
sintieron el deseo de jugar unos tres o cuatro hoyos de golf. Jesús hizo
el primer tiro. La pelota golpeó en el tronco de un árbol y saltó hacia
lo alto. Un águila que pasaba la tomó en su pico, y al ver que no era
nada comestible la soltó. La pelota cayó directamente en el hoyo. ¡Hole
in one! Le dice, amoscado, San Pedro al buen Jesús: “Como milagro no
está mal, Señor. ¡Pero no se te ocurra hacer esto cuando juguemos por
dinero!”…
Silly Kohn, vedette de moda, participaba en un concurso de
cultura general. Le preguntó el conductor: “¿Quién es el autor de la
obra teatral ‘Don Juan Tenorio’?”. Vaciló Silly. La mujer que estaba
atrás de ella le sopló en voz baja: “Zorrilla”. La vedette se volvió con
enojo: “¡Y tú pendeja!”…
La vida, esa señora impredecible, suele
hacerme súbitos regalos. Leo en el último número de la revista Caras:
“Entrevistamos a Armando Fuentes Aguirre, Catón, el periodista con el
mejor humor”. ¡Qué maravilla! Es la entrevista que me hizo Caleb Torres,
una de las más completas y reveladoras que a lo largo de mi vida se me
han hecho. Aparece ilustrada con espléndidas fotografías de ese gran
artista que es Rodrigo Cassou. Dice así la presentación del texto: “El
peculiar estilo de Catón, que mezcla la política con el típico humor
mexicano, le ha ganado miles de lectores en México y algunos países de
Iberoamérica”. No exagero si digo que quien quiera conocerme como soy, y
enterarse de aspectos ignorados de mi vida —quizás alguno de mis cuatro
lectores sienta ese insólito deseo—, debe leer este artículo de
colección publicado en Caras. ¿De dónde sacaron sus autores esos
rarísimos retratos de mi niñez y juventud, que yo mismo ignoraba que
existieran? ¿Cómo hizo Caleb para lograr que le dijera yo cosas que a
nadie antes le había dicho? ¿Qué extraordinaria sensibilidad, o qué
mágica lente usó Rodrigo para hacer que en sus fotografías me vea yo
como me veo? Gracias doy a esos generosísimos colegas por haberme sacado
de mí mismo para mostrarme tal cual soy. Gracias a Lucía Alarcón de
Zamacona, la directora editorial de Caras, y a Ana Carballido Castillo,
su coordinadora editorial, por la hospitalidad que me dieron en sus
páginas. Y a la señora vida, gracias por haberme hecho este regalo. Hoy
viernes, día en que toda la familia se junta en nuestra casa, pondré
como sin intención la revista sobre la mesa de la sala para que ahí la
vean mis hijos y mis nietos. También los papás y los abuelos tenemos
derecho a presumir un poco…
Dulcilí, muchacha ingenua, hacía el amor con
su lúbrico galán en un ameno prado, junto al arroyuelo. Exclama
jubilosa: “¡Bien dice mi mamá, que se puede gozar más en el campo, en
pleno contacto con la naturaleza, que en los antros de la ciudad, tan
llenos de humo y música ruidosa!”…
Susiflor les anunció a sus padres que
Avidio, su novio, se iba a presentar esa noche a solicitar su mano.
Preguntó con voz grave el genitor: “¿Tiene dinero?”. “¡Ah! —exclama
Susiflor—. Todos los hombres son iguales. ¡Él me preguntó lo mismo
acerca de ti!”…
El pato encontró a la patita en malos pasos con el ganso
del corral. Ella se justificó, humilde: “Recuerda que antes de casarnos
te dije que me gustan mucho los gansitos”…
La hija de doña Panoplia de
Altopedo, dama de buena sociedad, compartió con los invitados algo que
la noche anterior le había sucedido. “En la oscuridad de mi cuarto
—relató—, creí ver un fantasma. ¡Se me puso la carne de gallina!”.
“Jovencita —le llamó la atención doña Panoplia—. A nosotros no se nos
pone la carne de gallina. Debes decir: ‘Se me puso la carne de pavo
real’”…
La señora regresó el lunes de un viaje. Su pequeño hijo le
contó, emocionado: “Yo y papi dormimos juntos el viernes”. La linda
mucama de la casa lo corrigió, sonriendo: “Papi y yo dormimos juntos el
viernes”. “No –la corrigió a su vez el niño-. Lo de ustedes fue el
sábado”…
FIN.
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