sábado, 14 de febrero de 2009

Novela rosa

De politica y cosas peores
 
El señor de muy madura edad llegó a una farmacia y le pidió al farmacéutico un condón. El encargado se lo entrega, envuelto, y le advierte: “Caduca en 2012 ¿eh?”...
 
Le pregunta un tipo a su pareja: “¿Haces el amor conmigo por amor o por interés?”. Contesta ella: “Por amor”. Le dice el sujeto: “Entonces ponle más interés”...
 
En Estados Unidos las calificaciones escolares se dan con letra, no con número. La más baja calificación es F, reprobado. Joey, el equivalente norteamericano de Pepito, le dice a su mamá: “¿Cuántos años tienes?”. Responde la señora: “No es de buena educación preguntarle su edad a una mujer”. Pregunta el pequeño: “¿Cuánto pesas?”. Contesta la mamá: “Tampoco debes preguntarle su peso a una dama”. Seguidamente inquiere Joey: “¿Por qué mi papá se divorció de ti?”. “No me preguntes eso —vuelve a decir ella—. Estás muy pequeño para saberlo”. Unos días después, Joey le dice a su mamá: “Ya supe cuántos años tienes, cuánto pesas, y por qué mi padre se divorció de ti”. “¿Cómo supiste todo eso?” —se inquieta la señora—. Responde el muchachillo: “Vi tu pasaporte. Tienes 40 años; pesas 120 libras, y te divorciaste de mi papá porque no sabes nada de sexo. Sacaste una F”...
 
(Estás equivocado, pequeño. Esa letra en el renglón correspondiente a sexo quiere decir “Female”, o sea que la persona es de sexo femenino)...
 
Doña Pasita, señora de muchos años, se consiguió un novio menor que ella. Antes de casarse con él fueron a visitar a un médico. El facultativo le dice al galán: “No vaya usted a hacerle el amor a la señora. Por su edad, eso podría matarla”. Se llevaron a cabo, pues, las nupcias, y para prevenir cualquier peligro doña Pasita y su marido acordaron dormir en habitaciones separadas. Pero apenas estaba el hombre conciliando el sueño cuando oyó toquecitos en su puerta. “¿Quién es?” —pregunta adormilado—. Se escucha la voz de la flamante desposada: “¡Una viejita suicida!”...
 
Estuvieron de moda en algún tiempo aquellas novelas que se llamaban “rosa”. Corín Tellado era una de las más conocidas autoras de ese género. En sus relatos las mujeres tenían siempre los ojos “color del tiempo”, y los hombres poseían “un no sé qué que qué sé yo”. Muchachas soñadoras leían esos libros en cuyas páginas se describían mundos ilusorios donde reinaba siempre la felicidad. Ahora los voceros de la administración calderonista nos cuentan una novela rosa según la cual México está mejor preparado que otros países para hacer frente a la recesión universal. Ciertamente no toca al Gobierno provocar pánico entre sus ciudadanos, pero tampoco ha de mentirles, ni ocultarles la gravedad de una situación contra la cual conviene tomar medidas oportunas y eficaces. Una información veraz y completa ayudará a los mexicanos a prevenir en el ámbito familiar y personal los malos efectos de los problemas económicos. Pero la propaganda oficial da la impresión de que México es una ínsula apartada de las demás naciones, y que esta grave crisis nos hará lo que el aire al Benemérito. Eso no es así. Y va de cuento.
 
Un sencillo señor de mi ciudad, llamado don Chuyito, fue contratado como cobrador por un banco local. No tenía él ninguna experiencia en esos menesteres, y al final del primer día de trabajo se presentó ante el gerente de la institución y le dijo que quería renunciar. “¿Por qué, don Chuyito?” —le preguntó, extrañado, el funcionario—. “Señor —respondió él—. Llegué a cobrar una letra vencida, y el deudor no estaba en casa. Su esposa me dijo: ‘A mi marido la cosa se le ha puesto dura. Póngase usted en mi lugar’. ¡Por favor, señor gerente, admítame la renuncia!”.
 
Lo mismo en el caso de esta crisis. No es que uno quiera renunciar, pero al menos el Gobierno debe decirnos cuál es nuestra verdadera situación...
 
FIN.

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