miércoles, 11 de febrero de 2009

Decir la verdad

De politica y cosas peores
 
“Soy una pecadora, padre —le dice la curvilínea penitente al joven confesor—. Estoy poseída siempre por la lujuria, la libídine y la lubricidad. No puedo ver un hombre sin sentir el urente deseo de entregarme a él. Ahora mismo, en su presencia, me asalta esa imperiosa necesidad de sexo. Temo por mi alma, señor cura. ¿Cree usted que puedo salvarme?”.

“Esta vez sí —contesta el joven sacerdote—, porque tengo una junta con el señor Obispo. Pero la próxima vez no te me escapas”...

Hay un elegante restorán en la zona de Polanco de la Ciudad de México. Se llama “Los Vientos de la Rosa”. Ahí solía ir a cenar doña Panoplia P. di Gree, dama de la alta sociedad. Cierta noche el capitán de meseros le dijo: “Señora: su marido se metió abajo de la mesa, y eso inquietó a nuestra clientela. ¿Podría usted hacernos el favor de pedirle que salga de ahí?”.

“No es mi marido —contesta doña Panoplia—. Mi marido es aquel señor que acaba de entrar”...

Dice el conferenciante: “En el Reporte Kinsey se lee acerca de una mujer que tuvo 50 orgasmos en una sola relación sexual”. Pregunta una de las asistentes: “¿Quién era ella?”.

“¡Olvídate de quién era ella! —grita otra—. ¿Quién era él?”.
(Nota del autor: Lamento no poder informar a la interesada el nombre del varón por quien pregunta, pero seguramente era saltillense, y le prometo investigar su identidad)...

El próximo viernes haré aquí una revelación que sacudirá por igual a dos naciones. Generalmente mis revelaciones sacuden sólo a México, pero ésta sacudirá también a la Argentina, país hermano por el que mucho amor sentimos. En verdad me da pena andar por ahí sacudiendo naciones, y más si son hermanas, pero tal es la obligación de quienes nos dedicamos al ingrato oficio de ser testigos de la Historia. ¡Y pensar que la Historia ni siquiera agradece nuestros testimonios! Al menos yo no he recibido nunca ningún mensaje de agradecimiento de ella, y menos algún regalito, una corbata o cualquier otra cosa. (Ya me imagino: “Qué bonita corbata traes”. “Me la regaló la Historia”). Sea como fuere, esperen mis cuatro lectores esa revelación sacudidora que anuncié...

Los árabes tienen proverbios sapientísimos. El problema es que todos los proverbios sapientísimos se atribuyen a Confucio, y nadie da crédito a los árabes por sus proverbios. He aquí uno de ellos:

“El hombre que quiera decir la verdad debe tener ensillado su mejor caballo”. Eso significa que la verdad expone a quien la dice a riesgos grandes, de modo que ha de estar preparado a fin de poder escapar para ponerse en salvo. Carlos Slim dijo una verdad evidente: la situación es grave, y va a empeorar. Más tardó en decir eso que en ser tildado por los voceros oficiales de profeta del desastre. Yo he hecho una observación que casi podría proponer como verdad científica: los vaticinios de los profetas del desastre casi siempre se cumplen. Y no es que Slim sea un profeta del desastre. Es, sí, un profundo conocedor de las finanzas y de la economía. Por eso en vez de refugiarse en adjetivos los señores del Gobierno harían bien en escuchar sus palabras, tomar en cuenta las sugerencias que hace y no insistir en sus empeños de dorar una pildora con la cual nos estamos atragantando ya...

En la fiesta le dice un invitado a la preciosa chica: “Hablo diez idiomas: español, inglés, francés, alemán, italiano, ruso, portugués, griego y finlandés”. “Qué interesante —replica la muchacha—. ¿En qué lengua te expresas en tu casa?”.

“En inglés —responde el tipo—. Vivo en Nueva York”. Pregunta la muchacha: “¿En qué idioma sueñas?”.

“En español —contesta el individuo—. Es mi lengua materna.

“Entiendo —dice la muchacha—. Y ¿en qué piensas?”.

Responde sin vacilar el tipo: “En follarte”..

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