El Funcionario del Estado le ordenó al señor pérez:
-Dí: “sí”.
Obediente -había nacido para obedecer- el señor pérez repitió:
-Sí.
-Ahora -le ordenó El Funcionario del Estado- di: “No”.
-No -repitió el señor pérez.
-¿Por qué no? -se irritó El Funcionario.
-Por qué no ¿qué? -tembló el señor pérez.
-¿Por qué no quieres decir: “No”? -preguntó El Funcionario.
-Dije “No” -se angustió el señor pérez.
-A eso me refiero -insistió El Funcionario-. Te ordené que dijeras: “No”, y respondiste: “No”.
¿Por qué no quieres decir: “No”?
El Funcionario del Estado llevó al señor pérez ante un Juez, y éste lo condenó a prisión perpetua por negarse a decir: “No”. En su sentencia manifestó que cuando el Funcionario del Estado le ordenó decir: “No”, el señor pérez debió haber dicho. “Sí”.
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