sábado, 28 de febrero de 2009

¡Cuántas cosas se escriben cada día! ¡Cuántas cosas!

¡Cuántas cosas se escriben cada día! ¡Cuántas cosas!

En todo el mundo millones de hombres y mujeres teclean sin descanso, o escriben con incesante pluma palabras en papel. A todos, aunque no lo confiesen, los mueve un mismo afán: vencer a esos dos grandes enemigos que son la muerte y el olvido. Buscan lo mismo que todo artista busca: la inmortalidad.

Y sin embargo de cada millón de esos escritores 999,999 seremos olvidados. Ni una sola palabra nuestra quedará. No debemos, por tanto buscar la gloria eterna. ¡Es tan difícil de alcanzar! La logran sólo gigantes como Homero, Dante, Shakespeare, Cervantes, y algunos pocos más. Al escribir debemos, cuando mucho, buscarnos a nosotros mismos.

Hacer con humildad nuestra tarea de cada día, y al fin de la jornada abandonarnos en el tibio regazo del olvido. Ahí no vendrán los eruditos a despertarnos del sueño —tan tranquilo— de la nada.

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