martes, 24 de febrero de 2009

Caracol

Este hombre camina por el huerto con su hijo. Cinco años tiene el niño. Sabe, por tanto, muchas cosas.

En el sendero el hombre ha visto un caracol. Alguien le dijo que los caracoles son enemigos de las plantas. Va, pues, el hombre hacia el lento caracol y lo aplasta con un rudo pisotón.

-Hazlo otra vez —le pide el niño.

-¿Quieres —pregunta con extrañeza el padre— que lo aplaste otra vez?

-No —responde el pequeño—. Quiero que hagas otra vez el caracol que acabas de aplastar.

Todos los seres y las cosas son sagrados. Hemos de contemplar con reverencia aun la más humilde forma de la vida, pues todas las criaturas tienen la majestad y el misterio de la vida. Cualquier hombre puede aplastar un caracol, pero ni aun el hombre más sabio de la tierra puede reconstruir sus sabias espirales.
 
Ante la vida detengámonos, para que la muerte se detenga.

¡Hasta mañana!...

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