sábado, 21 de febrero de 2009

El ejemplo de los AA

Presente lo tengo Yo
 
Un cierto individuo, nuevo rico, fue invitado a una cena de gran gala por una dama de la alta sociedad. Se preocupó mucho aquel sujeto, porque la cena era de parejas, y su esposa no tenía ningún roce social. Todos los demás roces ya los había tenido, pero ése le faltaba. Así, antes de entrar en la elegante mansión amonestó a la señora. Le dijo:

-Si tienes duda acerca de cómo debes comportarte, disimula, mujer, disimula.
Sentados ya a la mesa lo primero que hizo ella fue tomar la servilleta, con la cual se sonó en forma muy sonora la nariz. En voz baja le dice su marido, preocupado:

-¡Disimula, mujer, disimula!

Se sirvió la sopa. Ella tomó el plato con ambas manos, se lo llevó a la boca y empezó a sorber ruidosamente. Aquélla era la mejor sopa que los invitados habían... escuchado. Y el hombre, nerviosísimo:

-¡Disimula, mujer, disimula!

A la mitad de la cena la señora se puso a rascarse la cabeza en modo tal que todos los invitados lo notaron. Le dice su marido, ya al borde del colapso:

-¡Disimula, mujer, disimula!

Y le responde ella con enojo:

-¡Estoy disimulando! ¡No es aquí donde tengo la comezón!

Yo les pido a mis amigas y amigos de Alcohólicos Anónimos que disimulen también. Disimulen, por favor, el hecho de que no pude atender la amable invitación que me hicieron para estar en su junta regional. Ocupaciones menos importantes me impidieron disfrutar su compañía como otras veces lo he hecho. Quiero decirles, sin embargo, por este medio, que admiro a quienes forman parte de su ejemplar asociación. Son ustedes hombres y mujeres que han vencido al más tremendo enemigo que cualquier ser humano puede llegar a tener: él mismo. No consiguieron ese triunfo solos: volvieron la vista a Aquél que todo lo puede, y entregándole su debilidad consiguieron esa fuerza por la cual salieron vencedores.

Ustedes saben que cada día es un combate nuevo, pero saben también que en esa lucha no están solos. Todos sus seres queridos están con ustedes, y con ustedes está, sobre todo, el infinito amor de un Padre que quiere lo mejor para sus hijos, y que los acompaña en el camino.

Les expreso mi admiración y mi cariño. Deseo que cada día sea para ustedes una nueva conquista. El mejor regalo que pueden hacer a su familia, a sus amigos, a todos aquellos que los quieren, es el regalo de sí mismos, convertidos en personas nuevas, libres ya de las ataduras que ayer los sujetaron. La vida se abre ante nuestros ojos igual que una promesa. Cada día es un regalo que debemos agradecer a quien nos creó. Así, con agradecimiento, y llenos de confianza, vivamos nuestra vida, y hagamos de ella un regalo de felicidad para aquellos a quienes amamos y que nos dan, todos los días, el don precioso de su amor.

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