jueves, 12 de febrero de 2009

La vida supera siempre a la literatura

Don Abundio y yo estamos en la casa de esta señora viuda que vive cerca del Potrero.
 
De pronto el viejo le dice a la mujer:
 
-Me pregunto, morena, y te pregunto, si alguna vez fuiste mía.
 
-Seguramente no —responde ella sin turbarse—. Si hubiera sido suya se acordaría usted. No soy mujer para olvidar.
 
-Ni yo soy hombre para recordar —contesta el viejo—. Cuando un hombre está con una mujer que no es la suya, la mejor cortesía que le puede guardar es olvidarla.
 
-Lo mismo digo yo —declara la señora—. Antes bien olvidada que mal recordada.
 
Yo escucho alelado esa filosa esgrima con palabras, y pienso que un diálogo así es mejor que el de cualquier literatura. Es diálogo de vida, y la vida supera siempre a la literatura.
 
¡Hasta mañana!...

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