Nevó hace
días, y las cumbres del Coahuilón y de Las Ánimas quedaron blancas con la
blancura de la nieve.
Ahora
brilla el sol. La nieve se derrite, y los hilillos de agua bajan por las
quebradas de la sierra. Nutrirán los veneros subterráneos, y saldrán luego por
los manantiales. El agua que estuvo en la montaña estará algún día en nuestra
mesa.
Primero
estuvo en el mar, luego en las nubes, y en el tiempo siempre. Su edad debe
contarse en miles de millones de años. Quizá el agua que bebo la bebieron antes
un griego del tiempo de Pericles y un hombre de la edad de piedra. Es otra
agua, pero es la misma agua.
Yo me
pregunto si soy un hombre que ayer fue otro hombre. Estoy hecho de tierra y
agua, y toda la tierra es la misma, y es la misma el agua.
¡Hasta
mañana!...
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