lunes, 21 de enero de 2013

El mundo

El mundo es mundo desde que el mundo es mundo.
 
Nosotros, los humanos, somos unos recién llegados a él.
 
Sobre el obelisco a Washington pongamos una moneda de un centavo, y sobre la monedita una estampilla de correos. La altura del obelisco representará la edad de nuestro planeta.
 
El grosor de la moneda será representación del tiempo en que en la Tierra ha existido la vida. Y el espesor de la estampilla de correos equivale a la presencia aquí del hombre.
 
Y sin embargo nos consideramos los reyes de la creación.
 
Si lo somos, nos parecemos a esos reyes dementes que Shakespeare describió en su teatro, que destruían todo lo que estaba a su alrededor y luego se destruían a sí mismos.
 
Por ese camino vamos. ¿Seremos capaces de detenernos, o de cambiar el rumbo?
 
¡Hasta mañana!...

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