sábado, 12 de enero de 2013

Atlaquetzalli

“Atlaquetzalli”.
 
Bella palabra es ésa, eufónica y sonora. Significa “agua preciosa”, y es uno de los varios nombres que nuestros antepasados indígenas daban al chocolate.
 
Preciosa es en verdad esa bebida. En los días de frío yo tomo chocolate, hecho en mi casa a la manera antigua: disuelto al fuego en leche, y batido con molinillo en el jarro de barro para que se forme esa espuma que corona con majestad la taza.
 
No es de canónigo el chocolate que estoy bebiendo ahora. Tampoco es de obispo o cardenal. Es de pontífice romano, por lo menos, si no es que de corte celestial. Le doy un sorbo y en mí se acaba todo frío, lo mismo del cuerpo que del alma.
 
Atlaquetzalli.
¡Hasta mañana!...

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